Las puertas de la Ciudad se han abierto ante mí por arte de magia. Todo está en silencio. Todo. Nada. Siento como faltan los ladridos de Totó a mi lado, pero la Bruja del Oeste lo reclamó a su lado.
¿Dónde estás, Mago? Sal donde yo pueda verte y pueda pedirte cuentas por todos los sacrificios que supone el Camino de Baldosas Amarillas.
¡Sal, Mago!
Con la cabeza gacha te veo avanzar hacia mí, altiva desde mis chapines de rubíes. Ven, Mago, es hora de que hablemos de lo que he sufrido.
eviña, ¿no te habías cargado ya a la bruja del oeste?
ResponderEliminarmira que voy a tener que ir en una nube (mis alas aún son débiles y no me atrevo a un viaje tan largo) a poner algo de cordura en Oz.
que tenga que ir una niña libélula, rusa y tetranacionalizada...
no, me había cargado a su gemela, la del Este... toda Dorothy sufre a la bruja del Oeste hasta que vuelve a Kansas....
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