18/3/10

Entry of Emerald City III

Entre los escombros de la derruída Ciudad Esmeralda se oyen, entretejidos con la esencia de las Baldosas Amarillas, los lamentos de los que perecieron en su defensa, cubriendo al Mago en su retirada cobarde.

Al final del camino siempre estuvo el trono de Esmeralda, esperándome, esperando a que yo lo reclamara para mí y quitara al Mago de sus burdas tretas que mantenían a Oz bajo su hechizo. Qué pena que me diera cuenta tan tarde de que la Bruja del Oeste lo había tramado todo para llevarse a Totó, la única razón por la que abandoné Kansas. 

Ahora, rebuscando entre los ladrillos de la derruída Ciudad Esmeralda la forma de volver a Kansas, soy consciente de que el dolor por las pérdidas en el camino ha pasado, pero sin embargo algo más poderoso se ha asentado en el fondo de mi ser. La soledad. 

La soledad que me acompaña mire donde mire, camine hacia donde camine por el Sendero de Baldosas Amarillas. La soledad de ser la última persona viva en Oz. 

La soledad de no encontrar el camino de regreso a Kansas, donde quizá tia Emma me esté esperando aún. 

La soledad de haber perdido a Totó, la única razón del viaje a Oz y, posiblemente, del regreso a Kansas.

24/8/09

Brick Road IX

La gran gema verde de Ciudad Esmeralda se apagó y con ella, todos los velos circenses del Mago y de las gentes místicas que poblaban la ciudad como únicos moradores. Y con su desaparición llegó la caída de la Ciudad.
Quizá es que la Ciudad Esmeralda se sustentaba en los sueños e ilusiones más puros, es decir, los de los seres más pequeños que por obra y gracia de la codicia del propio Camino Amarillo fueron los únicos que cayeron antes de conseguir su meta. Con la desaparición de lo pequeño, la argamasa de la éterea Esmeralda desaparecería, sumiéndola a una montaña de polvo.
Una piedra suelta del Antiguo Camino y una lentejuela de mis chapines brillantes, más rojos de lo que sería plenamente cabal, se acompañan mutuamente a la cuneta, al mismo lugar que fue a parar la Gran Ciudad en la que estaban todas las respuestas e, incluso, la forma de volver a Kansas.
Pero la Ciudad ya no existe, desapareció como lo hizo Totó y como lo hizo el Mago y tantos como me acompañaron en la senda. Y para mí sólo quedan las baldosas desmenuzadas del Antiguo Camino, amarillas, sí, pero teñidas por la larga lista de sangre que he ido derramando.
Y no hay forma de volver a Kansas, así que, ¿qué sentido mantienen los chapines en mis pies?

19/7/09

Brick Road VIII

Y todas las celebraciones y velas trémulas se apagaron de golpe con el suspiro temoroso de los recuerdos unidos a Totó. El camino de baldosas amarillas quedó oscurecido por un momento, privado del refulgir de mil estrellas que solía acompañarlo hasta la entrada de la Ciudad Esmeralda, acallando cualquier lamento o grito de queja.
Y el silencio reinó en el sendero amarillo, como antaño, como antes de atravesar las barreras de Kansas o como antes de saber de su existencia en el otro lado de las tormentas. Nadie habló porque no había nadie para recitar unas hermosas palabras por los caídos, entre los que se encontraban pilares tan básicos para mantener la historia como Totó y el mismísmo Mago. Ante todo y sobre todo, Totó.
Y no hubo nadie, nadie para romper el silencio, porque tan sólo yo quedaba en la senda intentado encontrar con una brújula desimantada la ruta de regreso a Kansas. No quedaba nada en Oz que mereciera mi atención, ni tan siquiera nada que mereciera mis lágrimas. Todo se había perdido en un segundo y había bajado la guardia. No estaba dispuesta a pelear.
Y cuando en el camino ya no quedó nadie, ni tan siquiera los ecos de los pensamientos que me ocuparon antaño, me dejé caer, mientras el vacío de la pena y la nada hacía mella en mí, mientras sólo quedaba yo en el camino amarillo, mientras mis compañeros habían conseguido lo que buscaban y yo había quedado atrapada en los limbos de un mundo que ni tan siquiera era el mío.

14/5/09

Brick Road VII

¿Y qué será del Antiguo Camino ahora que los peregrinos lo han abandonado, que las trompetas de la Ciudad Esmeralda ya no suenan para reconfortar el ánimo del caminante, el Mago ya no extiende su voz sobre las Tierras de Oz reconfortando a quién lo necesite?
¿Y qué será de la Senda Amarilla ahora que el Espantapájaros ha vuelto a cuidar los campos de maíz convencido de que nunca conseguirá cerebro, que el Hombre de Hojalata se ha dejado oxidar consciente de que no recuperará su corazón y que el León está a punto de prenderse en llamas para acabar con el dolor de la cobardía?
¿Y qué será de los Ladrillos gastados cuando las esperanzas de la pobre niña perdida y lejos del hogar se han ido esfumando una a una? ¿Qué pasará ahora que el Mago no está y los chapines de rubíes han perdido su color? ¿Qué pasará ahora que Totó se fue entre los humos nocivos que desprende la malvada bruja del Oeste como venganza final?

30/4/09

Totó II

De las baldosas resvala la lluvia amarilla que empapó mi alma después de la caída de la Ciudad Esmeralda. Recorro mi cesta, buscando sin éxito en ella a Totó, mi perdido amigo en los sacrificios necesarios para llegar al Mago, o a los espejos rotos en los que él moraba.
Y siento como mi corazón se para cuando creo escuchar sus ladridos desde la cesta, ver sus saltos alegres al verme caminando a lo largo del camino o sus lágrimas compartidas cuando necesitabamos parar para continuar a lo que parecía una buena meta que nos devolviera a Kansas.
La lluvia cae en el antiguo camino en el que estoy sentada, esperando que alguno de mis antiguos compañeros vengan a mí, recuerden los viejos tiempos por los que brindar recordando a Totó y los buenos momentos que todos pasamos juntos cuando la Ciudad Esmeralda aún estaba en pie y conseguir que el Mago nos diera alas para volar.
Pero el Camino se ve desierto, Totó ha muerto y mis chapines han perdido el color esperando la vuelta imposible a Kansas.

1/4/09

The Wizard IV

Recorrí, en la soledad y el silencio, de nuevo el camino hasta la derruída Ciudad Esmeralda, esperando encontrar entre los escombros la llave que abría la cámara secreta del Mago. Por un instante pensé que había encontrado la cámara y la abrí sin necesidad de nada más que mi voluntad y mi insaciable curiosidad, mientras notaba que mis lágrimas por la pérdida de Totó se secaban sobre mis mejillas.
Sin embargo, aquello no era más que otra de las señales de humo que el Mago normalmente utilizaba, quizá era tan sólo otra cortina de misticismo tras la que el Mago desapareció hacia otro lugar donde para encontrar las metas no haya que sacrificar el alma, donde las Brujas de los Cuatro Puntos Cardinales le adoren y le abaniquen debajo de una cocotera.
No existía tal cámara, tal tesoro y ni tan siquiera la esencia del Mago flotaba ya en el aire. Mis pulsaciones se han relajado desde el frenesí inicial, mientras mis lágrimas manan, por no seguir al Mago cuando todavía Totó estaba en mi regazo.

23/3/09

Totó I

Ningún héroe de los que aún queden vivos en Oz pudo imaginar jamás compartir senda con nadie más noble que este pequeño perrito.
Siempre permaneció a mi lado, incluso cuando yo le daba la espalda o me enfadaba por cualquier situación. Siempre me ayudó en mis batallas con la Bruja del Oeste, incluso en mis ansias por encontrar al Mago que no sabía ni siquiera de mi existencia.
Tomaba conmigo la senda aunque el camino fuera oscuro y las baldosas amarillas se desdibujaran por la pérdida del rumbo correcto. Lamía mis rodillas para que sus heridas sanaran antes y acompañaba con sus alegres ladridos todas mis pesadumbres.
No necesitaba más que llamarlo para que acudiera, obediente a mí, dispuesto siempre a esperar a que abriera los ojos y me percatara de que para él era lo único importante en el camino.
Siento que para llegar hasta la Ciudad Esmeralda haya tenido que usar sus piernas, que para que se me abrieran sus puertas haya tenido que usar su sangre para teñir mis chapines que habían perdido los rubíes a lo largo de la bifurcación de la senda.
Siento que Totó ya no viaje en mi cesta ahora que todo está derruído y se nubla el sendero a Kansas.

Bienvenido a la Tierra de Oz

Si has llegado hasta aquí, aguarda un momento antes de reemprender la senda. El camino de baldosas amarillas aún tiene algo que contarte.

If you want to see the Wizard, the Wonderful Wizard of Oz...

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